
Un estudio genético revela una historia compleja sobre la colonización de las islas canarias
Un reciente estudio científico ha arrojado luz sobre el complejo y enigmático pasado genético de los pobladores indígenas de las Islas Canarias antes de la llegada de los conquistadores españoles. Liderado por Javier González Serrano de la Universidad de La Laguna, un equipo internacional de investigadores logró secuenciar los genomas de 40 individuos de 23 yacimientos arqueológicos en las siete islas del archipiélago, abarcando 1.300 años de historia desde el siglo III al XVI. Publicados en Nature Communications, estos resultados son el análisis de ADN más completo de los antiguos habitantes del archipiélago hasta la fecha.

El estudio revela que los aborígenes canarios tenían similitudes genéticas con los pobladores que habitaban Marruecos hace unos 5.000 años en el Neolítico. Estas comunidades quedaron aisladas en sus respectivas islas, con poco contacto exterior hasta la llegada de los europeos en el siglo XIV. Esta conexión con Marruecos permite radiografiar el pasado del norte de África en los siglos previos a la conquista árabe del siglo VII.
El análisis genético revela una mezcla de componentes de ancestralidad norteafricana y europea en la población aborigen, resultado de la migración de los primeros agricultores europeos al norte de África. Además, señales de flujos migratorios de origen subsahariano y de poblaciones mediterráneas durante la Edad del Bronce o la Edad del Hierro también se evidencian en la composición genética.

Las diferencias genéticas entre las islas también son notables. Las islas más cercanas al continente (Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura) muestran una mayor contribución genética europea prehistórica, mientras que las islas occidentales (El Hierro, La Palma, La Gomera y Tenerife) presentan más influencia del componente prehistórico del norte de África. Esto desafía el modelo de colonización previo y sugiere una colonización más compleja de lo previamente pensado.
El estudio también sugiere que la insularidad impactó en la diversidad genética, siendo las islas más pequeñas o con menos recursos las que mostraron una menor diversidad genética.

En resumen, el estudio de los genomas de antiguos pobladores aborígenes de las Islas Canarias desvela un cuadro genético más intrincado de lo que se creía, conectando estas poblaciones con sus orígenes norteafricanos y europeos, y revelando una historia de aislamiento insular y flujos migratorios que influyeron en su evolución genética.