
La historia de la expedición de Franklin condenada al fracaso y el cuerpo momificado en el hielo
La expedición de Franklin de 1845, en busca del Paso del Noroeste, terminó en tragedia cuando los barcos, el HMS Erebus y el HMS Terror, se perdieron en el Ártico y nunca regresaron. Más de 130 hombres desaparecieron, y su destino fue un misterio durante décadas. Sin embargo, el descubrimiento de las momias de la expedición Franklin en la década de 1980 arrojó luz sobre los horrores que enfrentaron.

John Torrington y otras momias encontradas en la isla Beechey, que datan de 1846, se convirtieron en inquietantes recordatorios de esta expedición fallida. Torrington, de solo 20 años, fue uno de los tripulantes y murió el 1 de enero de 1846. Su cuerpo quedó perfectamente conservado bajo el permafrost, lo que permitió su examen en busca de pistas sobre lo que sucedió.
El examen de Torrington y las otras momias reveló signos de hambre, envenenamiento por plomo y, lo más escalofriante, evidencia de canibalismo. Los exploradores aparentemente se vieron obligados a recurrir al canibalismo en sus últimos días de vida para sobrevivir.

Los barcos de la expedición Franklin, Erebus y Terror, se descubrieron en 2014 y 2016 respectivamente, lo que arrojó más luz sobre el destino de la tripulación. Se cree que quedaron varados en el hielo en el Estrecho Victoria del Ártico, y las investigaciones posteriores revelaron un posible mapa de los eventos que llevaron al desastre.
El descubrimiento de tumbas en la isla Beechey y los testimonios de los inuit locales indicaron que la expedición recurriría al canibalismo. Marcas de cuchillo en los restos esqueléticos y el análisis de tejido y hueso respaldaron estas afirmaciones.

John Torrington y sus compañeros de expedición también sufrieron envenenamiento por plomo debido a provisiones enlatadas defectuosas, lo que probablemente contribuyó a su muerte. Aunque la causa exacta de la muerte de Torrington y sus compañeros nunca se identificó oficialmente, se especula que la neumonía, el hambre, la exposición y el envenenamiento por plomo jugaron un papel en su trágico destino.
A pesar de su desconcertante historia, las momias de la expedición Franklin permanecen enterradas en la isla Beechey, congeladas en el tiempo como testigos silenciosos de uno de los episodios más oscuros de la exploración polar.